Puertas Abiertas • 16 jun. 2025
El pastor Sian ora por las iglesias de Manipur y por la conversión de sus perseguidores
El 3 de mayo de 2023, la vida de miles de cristianos en Manipur, en el noreste de la India, cambió para siempre. Una de esas personas es Sian Muang*, un pastor que sirve a varias iglesias en el estado. “Pastoreaba más de diez iglesias en la región. El 3 de mayo, cinco de ellas fueron incendiadas, saqueadas o vandalizadas”, cuenta Sian. El pastor Sian y su familia (su esposa Jenny* y su hija de 2 años, Tia*) no pudieron hacer nada mientras miles de cristianos huían y las iglesias eran quemadas en todo el estado de Manipur.
La violencia tuvo su origen en tensiones étnicas y religiosas. Los kuki, que son mayoritariamente cristianos, son un grupo que recibe asistencia del gobierno destinada a poblaciones en situación de vulnerabilidad. Ellos son una minoría en Manipur. Los meitei, un grupo étnico hindú, son mayoría en el estado. Han estado luchando por obtener los mismos beneficios que los grupos minoritarios, lo cual provocó protestas de los kuki. Estas protestas comenzaron de forma pacífica, pero rápidamente se tornaron violentas, desembocando en un gran conflicto que comenzó en mayo de 2023.
Incluso las iglesias que pertenecían a los meitei fueron atacadas por grupos extremistas hindúes. Algunos de estos grupos fueron a las casas de cristianos meitei y exigieron que renunciaran a su fe en Jesús. Sian presenció esta violencia de cerca. Cerca de 500 extremistas invadieron iglesias y vandalizaron todo lo que encontraron a su paso.
“Quemaron las Biblias y gritaban insultos contra Dios y contra los cristianos. Entraron a las casas y quemaron iglesias. Creo que fue un ataque intencional para erradicar a los cristianos del estado de Manipur”, relata Sian. Él y su familia son kukis, por lo tanto, el riesgo de ser asesinados era doble.
Noches de desesperación y oración
“Cuando comenzó el ataque, yo estaba lejos de casa, ministrando en otra aldea, sin saber lo que estaba ocurriendo. Recibí una llamada de mi esposa y me desesperé al enterarme de que estaban atacando nuestra vecindad y destruyéndolo todo. Mi esposa estaba escondida debajo de la cama con nuestra hija. Tuvo que colgar el teléfono por miedo a que los invasores estuvieran cerca”, cuenta Sian.
No había nada que Sian pudiera hacer, excepto esperar y orar. “Estaba desesperado y oré toda la noche. Al día siguiente, mi esposa llamó y dijo que ella y nuestra hija habían logrado escapar hacia una base militar cercana junto con otras personas. Aunque allí estaban a salvo, no había comida, agua ni baños para todos. Miles de personas se refugiaban en esa base.”
Unos días después, Jenny y Tia fueron al aeropuerto con la ayuda de algunos amigos. Fue un viaje arriesgado, ya que grupos extremistas estaban deteniendo autos en la carretera y asaltaban a todos los que sospechaban que eran kuki.
En medio del caos, cristianos de todo el estado de Manipur, tanto kuki como meitei, sufrían por las hostilidades, recibiendo amenazas de muerte. Había mucho miedo, y las personas no se sentían seguras ni siquiera con la presencia de la policía o del ejército. Algunas semanas después, la aldea donde Sian estaba también fue atacada por extremistas, y él se vio obligado a huir.
“Los demás cristianos y yo escapamos hacia las colinas. Cuando llegamos a la cima, vimos las iglesias ardiendo. Nos abrazamos y comenzamos a llorar. No había nada más que pudiéramos hacer, excepto orar. Mientras avanzábamos por el bosque, encontramos personas muertas y familias desplazadas buscando un lugar seguro”, relata Sian.
“Quiero que los agresores conozcan a Jesús”
Pasó un mes y medio hasta que Sian pudo reunirse con su familia. Se refugiaron en la casa de la madre de Jenny. A pesar del espacio limitado, allí estaban seguros. La familia de Sian ya no tenía nada. Solo pudieron resistir porque viven para Cristo.
“Quiero que los agresores conozcan a Jesús. A pesar de todo lo que perdimos, mi esposa y yo decidimos perdonar a los invasores, recordando cómo Cristo nos perdonó y murió por nuestros pecados. Nosotros somos tan pecadores como ellos. Aprendimos que debemos orar por quienes nos persiguen. La verdadera alegría es tener a Cristo, y la fe en Él nos da paz incluso en medio de la devastación”, dice Sian entre lágrimas.
Ahora, dos años después, la situación está más tranquila, pero para miles de cristianos en Manipur, la violencia sigue siendo una amenaza latente y los ataques continúan ocurriendo. En 2024, varias personas fueron asesinadas y agredidas sexualmente. Muchas personas aún viven en campamentos. Sian visita estos campamentos ofreciendo oración y acompañamiento espiritual.
Su pasión por los cristianos lo llevó a convertirse en un colaborador local de Puertas Abiertas. Gracias a las donaciones de los socios de Puertas Abiertas en todo el mundo, Sian comenzó a ofrecer entrenamientos de preparación para la persecución y ayuda humanitaria a las víctimas de la violencia.
“Ese entrenamiento me preparó para enfrentar la situación con valentía. Es la misma valentía que deseo para mis hermanos. Quiero animarlos a tener una fe como la de Job, quien lo perdió todo, pero permaneció firme”, dice Sian.
*Nombres cambiados por seguridad.
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