Crímenes graves cometidos contra cristianos son investigados en la Rep

El Tribunal Penal Internacional anunció que realizará investigaciones paralelas para recoger directamente pruebas criminales ligadas al conflicto en la República Centroafricana. La Fiscal, Fatou Bensouda, destaca que el objetivo es identificar y procesar los responsables por los delitos más graves cometidos en el contexto de los enfrentamientos involucrando las milicias Seleka y anti-Balaka.

Nuevo Crimen
En el informe de las actividades de 2014, Bensouda explica que a medida que la investigación avanza, su equipo continuará registrando cualquier nuevo crimen que pueda estar bajo la jurisdicción del Tribunal. En finales de setiembre, el órgano concluyó que existe una base razonable para continuar investigando la situación centro-africana y anunció la abertura de una nueva investigación sobre el país.

Contornos Regionales
Con base en la información disponible, el Tribunal realza haber bases razonables para creer que los anti-Balaka habrían cometido crímenes de guerra y contra la humanidad. Los delitos incluyen asesinato, ataques intencionales a civiles y al personal de asistencia, asalto, participación de niños menores de 15 años en los grupos armados, deportación forzada, persecución y violación.

El conflicto entre las fuerzas Seleka, de mayoría musulmana, y el grupo anti-Balaka, cuya gran parte es considera cristiana, se agravió a mediados del 2013. Con el crecimiento de las confrontaciones, la situación tomó contornos regionales.

Las fuerzas del Seleka son mencionadas en el documento por los datos que hacen creer que habrían cometido crímenes de guerra y contra la humanidad. Entre ellos, se encuentran: asesinato, mutilación, trato de forma cruel y torturas, actos inhumanos, ataques intencionales a civiles y personal el envuelto en asistencia humanitaria.

El conflicto, que está pasando en el lugar considerado como uno de los más pobres países del mundo, murieron miles de personas y fue desalojado cerca de un cuarto de la población. Antes de los enfrentamientos, el informe estima que 15% de la población era musulmana, 25% católica, 25% protestante y 35% seguidora de creencias locales.