Puertas Abiertas • 6 jun. 2021
Shiden se siente frustrado por haber perdido tantas cosas mientras estaba en prisión y por la aparente falta de opciones que tiene para construir una vida fructífera.
Una forma de persecución contra los cristianos es colocarlos en cárceles para impedir que el evangelio de Cristo continúe siendo predicado. Los tipos de prisiones varían según el país o la región. Pero una cosa no cambia: los cristianos que se encuentran allí han sido encarcelados injustamente, porque decidieron seguir a Jesús. Conoce la historia de Shiden, cristiano de Eritrea mantenido en prisión por más de 10 años por amar a Jesus.
Shiden se convirtió al final de su adolescencia, tras ver cómo el Evangelio cambió la vida de su hermano mayor, John. Shiden sabía que era una decisión peligrosa, pues su hermano ya había sido expulsado de casa por su padre y sólo había regresado tras su muerte.
Cuando tenía 20 años, Shiden y otras 40 personas se vieron atrapadas en una secta secreta. El grupo fue detenido y llevado a una prisión militar en la ciudad portuaria de Assab, al sur de Eritrea. Es un lugar terrible, situado en el desierto, donde hace calor durante el día y mucho frío por la noche, contiene unas celdas subterráneas extremadamente pequeñas, de 80 cm x 200 cm, y ofrece una higiene muy pobre.
Al cabo de dos años fue trasladado al conocido campo de prisioneros de Mai Serwa, en las afueras de Asmara, donde compartió un contenedor metálico con alrededor de 30 a 40 personas. Sólo tenían una pausa de diez minutos para ir al baño al día, durante la cual los prisioneros eran conducidos a un arbusto cercano donde tenían que hacer sus necesidades bajo la mirada de los guardias. La falta de saneamiento provocaba episodios regulares de diarrea.
Los guardias lo dejaron solo durante seis meses, luego le dieron una hoja de papel, diciéndole que eligiera entre dos opciones: "creo" o "no creo". El crsitiano eligió el "creo" y completo: “No voy a dejar mi fe. Así que si ustedes van a mantenerme en prisión, está bien, no cambia nada”.
Tiempo después, trasladaron a Shiden a la prisión general de Barentu, a 250 km al oeste de Asmara, la capital de Eritrea, donde siguió sufriendo duros castigos durante los siguientes diez años. A menudo soportaba el confinamiento solitario durante cerca de seis meses en una celda muy pequeña, donde no podía estirar los brazos ni siquiera ponerse de pie.
Un día, de la nada, liberaron a Shiden de Barentu y lo enviaron de vuelta al servicio nacional. Los líderes de la iglesia local nunca consideran esto una verdadera liberación, porque los cristianos siguen viviendo como prisioneros, siendo vigilados todo el tiempo. Lo mismo le ocurría a Shiden, era vigilado todo el tiempo.
Los guardias no tardaron en ver que Shiden llevaba consigo algunos preciosos pasajes de la Biblia, que escondía bajo su ropa. Las autoridades destrozaron su descubrimiento y volvieron a poner a Shiden en aislamiento durante tres meses. Durante esos tres meses, no vio a nadie.
Una vez al día, una taza de té y una rebanada de pan aparecían por una rendija de la puerta. No tenía ni idea de si alguien sabía en qué estado se encontraba. Para empeorar las cosas, entró en ese confinamiento sabiendo que algunos de sus amigos habían logrado escapar y huir a través de la frontera.
Un día, después de pasar más de trece años en prisión, Shiden fue enviado a casa sin ninguna explicación. Su familia estaba encantada de tenerlo de vuelta y lo acogió con calidez. Pero pudieron ver que no todo estaba bien.
Día tras día, todos se dieron cuenta de que volver a la vida normal después de tantos años en la cárcel no era fácil ni la mitad de alegre de lo que esperaban. Nadie estaba preparado para ello. Nadie se imaginaba que a la victoria de salir de la cárcel con la fe intacta pudiera seguirle una desesperación tan devastadora.
Shiden entró en prisión en la flor de la vida y salió cuando tenía más de 30 años. Aunque había superado tanto sufrimiento, ahora se enfrentaba al hecho de haber perdido la oportunidad de estudiar y tener un trabajo que le permitiera ganarse la vida. Su esperanza en el futuro estaba completamente desgastada.
Jhon nos comparte un poco sobre el proceso de reincorporación a la vida normal de su hermano Shiden. "Desde su liberación, le hemos visto cambiar ante nuestros ojos día a día. Ha caído en una profunda depresión y hay momentos en los que es completamente irracional. Tenemos que vigilarlo todo el tiempo, incluso por la noche, para asegurarnos de que no se haga daño. Se estresa con facilidad. Por desgracia, su situación no es la única. Hay miles de cristianos que son encarcelados durante diversos periodos y se enfrentan a retos similares cuando salen de la cárcel. Necesita mucha oración y apoyo. Tenemos que pensar en cómo apoyar a los que están en la cárcel, y también en cómo apoyarlos cuando salen de ella", explica el crsitiano.
Hace poco entramos en contacto con la madre de Shiden, la anciana nos dijo: "Gloria a Dios, mi hijo está mucho mejor. Ahora, cuando le doy comida, come”. Sin embargo, la batalla emocional de Shiden continúa. John nos contó que Shiden sigue frustrado por haber perdido tantas cosas mientras estaba en prisión y por la aparente falta de opciones que tiene para construir una vida fructífera.
"A veces se rinde y se siente muy solo. Intento animarle diciéndole: Dios te fortalecerá. Dios está aquí, no te rindas. Eres un héroe de la fe. Él recompensará tu amor". Cuando se siente triste, le recuerdo: no mires al hombre, eres de Dios. Sólo él puede ayudarte. Confia", nos comparte John.
Aunque las cosas parecen abrumadoras a veces, John mantiene la esperanza por los progresos que ha visto en su hermano. “La gracia de Dios es ilimitada. Aunque no ha sido fácil para él, Shiden ya ha recorrido un largo camino. Y hoy en día me anima a menudo, recordándome la historia de los padres de la fe en Hebreos 11. Que dice: "Serviré al Señor hasta que muera, quiero servir al Señor el resto de mis días. Yo también quiero ser un héroe de la fe y recibir un día en el futuro la corona de justicia que me está reservada y que el Señor me concederá en ese día".
Demuestrale a los crsitianos que no están solos
Ningún cristiano debería enfrentarse solo a la persecución, ellos necesitan saber que no han sido olvidados. Gracias a personas como tú, los socios de Puertas Abiertas ayudan a los cristianso perseguidos, ofreciendo formación en discipulado y liderazgo, dando apoyo práctico y espiritual llevando comida, brindando atención pastoral y realizando acciones de defensa en favor de ellos y sus familiares.
Sin una comunidad cristiana, es realmente difícil para un cristiano encarcelado o liberado crecer en su fe y resistir la presión de volver a la normalidad. Tu apoyo demuestra que nuestros hermanos y hermanas no están solos, y los anima a perseverar, a mantenerse firmes en su fe y a ser audaces testigos de Jesus en su comunidad.
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