Cómo rehacer tu vida tras 13 años encarcelado por tu fe

Puertas Abiertas • 21 feb. 2018


Shiden lucha por empezar su vida otra vez | Imagen representativa por razones de seguridad

Shiden lucha por empezar su vida otra vez | Imagen representativa por razones de seguridad

Shiden*, tumbado en su cama, mira al techo.  Está amaneciendo y escucha a los pájaros cantar y despertar a Asmara, la capital de Eritrea.  Estos sonidos tan familiares antes solían producirle una gran ilusión y gozo, pero ya no. De hecho, como muchas otras noches, ha estado despierto durante horas sin apenas dormir, por estar luchando hora tras hora contra el desánimo que lo envuelve.

Shiden se convirtió al terminar su adolescencia, después de ver cómo el Evangelio había cambiado a su hermano mayor, John*. Su padre lo había echado de casa al enterarse de que había dejado su religión, y nunca le permitió volver. Después de que el “baba” muriera, John regresó a casa y pronto descubrió, para su alegría, que Shiden también había decidido seguir a Cristo.

Shiden sabía que ésta era una decisión peligrosa, no solo porque la sociedad era sumamente recelosa hacia los cristianos sino porque el Gobierno encarcelaba a los que practicaban otra religión distinta al islam; y las historias de los sufrimientos de los que estaban encarcelados eran espeluznantes. Pero Shiden había calculado los costes meditadamente y estaba dispuesto a pagar el precio por la libertad en Cristo. Y La prueba llegó pronto.

13 años encarcelado por su fe

Un día durante su servicio militar, cuando tenía unos 20 años, fue sorprendido junto a otros 40 cristianos adorando a Dios en secreto. El grupo fue arrestado y llevado a una prisión militar al sur de la ciudad portuaria de Assab, un lugar terrible ubicado en el desierto con mucho calor por el día y mucho frío por la noche.

Los guardias se burlaban de Shiden diciéndole: “¿Por qué no abandonas esta religión tuya? “No voy a abandonar mi fe en Cristo porque creo en Él y vivo lo que creo”, dijo él. Poco después lo trasladaron a una prisión en Barentu, a 250 km al oeste de Asmara, donde continuó recibiendo castigos severos a causa de su fe durante los siguientes diez años. A menudo le confinaban durante periodos de seis meses a estar solo en una celda tan pequeña que no podía ni estirar los brazos ni ponerse derecho. Hasta que de pronto, un día, lo liberaron y lo volvieron a mandar al servicio militar.

Los líderes de la iglesia local nunca lo vieron como una verdadera liberación ya que los cristianos en Eritrea viven como prisioneros. Para Shiden la situación tampoco había cambiado mucho ya que era vigilado constantemente para descubrir de qué hablaba con otros, si oraba, si tenía una Biblia...

No pasó demasiado tiempo sin que los espías descubrieran que Shiden poseía unos cuantos fragmentos de la Biblia que solía esconder bajo su manta y Shiden volvió a ser recluido en una solitaria por tres meses. Una vez al día recibía una taza de té y una rebanada de pan a través de un hueco en la puerta.

Liberado, pero no de los recuerdos de prisión

Después de trece años en prisión, un día, Shiden fue enviado a casa sin ninguna explicación. Su familia estuvo encantada de tenerlo de vuelta y lo colmaron con toda clase de atenciones y cuidados, pero también se daba cuenta de que algo andaba mal. Shiden compartió con John fragmentos de lo que había pasado: los detalles lo dejaron llorando como un niño. “Estaba muy orgulloso de él por no haber negado a Cristo durante todos esos años. Pero no podía creer el terrible sufrimiento por el que había pasado”.

Con el paso de los días, la familia se dio cuenta de que, después de tantos años en la cárcel, volver a la normalidad no era ni fácil ni la mitad de alegre de lo que habían esperado. Y no estaban preparados para eso. Nadie imaginó que la victoria de salir de prisión con la fe intacta arrastraría con ella esta desesperanza tan devastadora que sentía Shiden por dentro.

Lamentablemente, la situación de Shiden no es única; miles de cristianos que han estado en prisión durante varios periodos alternos de tiempo, enfrentan problemas al salir. Y necesitan mucha oración y apoyo.

Nuestros hermanos y hermanas de Eritrea necesitan urgentemente nuestras oraciones para que Dios los sane y puedan desarrollarse comunidades cristianas sólidas que sean capaces de ofrecer apoyo emocional y práctico a los cristianos afectados como Shiden debido a las dificultades actuales.

*Nombres cambiados por razones de seguridad

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