Puertas Abiertas • 17 feb. 2023
María aún tenía los puntos de sutura de la cesárea que le practicaron cuando huyó del terremoto con su bebé y su familia
Cuatro días después del nacimiento de su segundo hijo, Ralph, la cristiana Maria sintió temblar su casa en el norte de Siria. Ella fue una de los millones de personas cuyas vidas cambiaron por el terremoto de Kahramanmaras, que sacudió Siria y Turquía el 6 de febrero y dejó más de 40.000 muertos y 60.000 heridos.
Dificultades antes del terremoto
El nacimiento de Ralph fue difícil. Aunque estaba contenta con la llegada del bebé, Maria tuvo que someterse a una cesárea de urgencia para salvar su vida y la de su hijo. Otra complicación es el precario sistema sanitario de Siria, considerado uno de los peores del mundo.
Décadas de conflicto han hecho que elementos básicos como la atención médica sean caros e inaccesibles. El parto de Ralph le costó a Samih, el esposo de Maria, más de dos meses de trabajo. "En el hospital no había sábanas limpias y no recibí ayuda adecuada para cambiarle los pañales a Ralph", cuenta Maria.
Dada la precaria situación, Maria estaba ansiosa por volver a casa. Cuando llegó, comenzó el proceso de recuperación de la cesárea y de adaptación a la rutina del recién nacido. Tareas tan sencillas como levantarse de la cama resultaban dolorosas debido a los puntos de la cesárea. Ella y Samih también se organizaron para cuidar de su hijo mayor, Elias, de dos años.
El terremoto
Maria estaba despierta cuando se produjo el primer temblor. Volvía a la cama cuando vio que el armario de la habitación de Ralph temblaba, a punto de caerse. Gritó pidiendo auxilio y rápidamente su esposo acudió en su ayuda. Samih sujetó el armario, sacó a Ralph de la cuna y salió de la habitación con él en brazos.
La familia consiguió salir con vida del edificio y se echó a la carretera, intentando escapar como otros vecinos. Se quedaron en las carreteras, donde no había edificios que pudieran caer. "Hacía mucho frío y llovía. No sentía mi cuerpo. Cuando todo se calmó, mi esposo me dijo que estaba temblando", cuenta Maria.
"La mejor sensación del mundo"
A pesar de toda la conmoción, Ralph permaneció dormido: "Fue Dios quien lo protegió. Incluso Elias, mi hijo mayor, estaba tranquilo. Temíamos que Maria no pudiera darle el pecho a causa del shock. No tenemos dinero para comprar leche de fórmula. Habría sido imposible, pero María consiguió calmarse y alimentar a nuestro hijo", dice su esposo, Samih.
El trauma es visible tanto en Maria como en Samih. "Necesito llorar. Necesito expresar lo que siento", dice entre lágrimas Maria, que comparte los sentimientos de otras víctimas, como se muestra en el siguiente vídeo.
Incluso antes del terremoto, la familia de Maria recibía ayuda de los socios de Puertas Abiertas para alimentos y artículos de invierno, como cobijas, ya que no podían mantenerse por sí mismos en la crisis creada por la guerra. La ayuda de emergencia continúa hasta que puedan volver al apartamento donde vivían. Ellos son sólo una de las cientos de familias que necesitan ayuda. La demanda es mayor de la que Puertas Abiertas puede atender.
Cuando se le pregunta por la fe, Maria, se recompone y ve un rayo de esperanza. "Fue por fe que pude salir del edificio con mis puntos de cesárea. Fue el Señor quien mantuvo dormido a mi bebé durante toda esta crisis y por la fe pude amamantarlo. Como madre, saber que está alimentado y calientito es la mejor sensación del mundo".
Socorro para los cristianos de Siria
El terremoto ha afectado al menos a 23 millones de personas. Dieciséis Centros de Esperanza luchan por ayudar al mayor número posible de víctimas. Tu donación permite a las iglesias suministrar agua, alimentos y otros artículos de primera necesidad.
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