Puertas Abiertas • 29 oct. 2019
Ora por los jóvenes en Chad, para que puedan permanecer firmes en la decisión de seguir a Cristo
Las tácticas del enemigo son principalmente el engaño y la intimidación. Él nos acusa constantemente, trayéndonos sentimientos de culpa y fracaso. Pero la verdadera culpa proviene de la desobediencia a Dios. Una razón por la cual el enfoque de Satanás es tan efectivo para destruir el testimonio de un cristiano es porque la acusación es cierta, parcialmente. Todos fallamos. Entonces, cuando el enemigo nos acusa, hay mucha verdad en la acusación. Pero Dios puede limpiarnos del pecado y de la culpa.
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Al darnos cuenta de que le hemos fallado al Señor, debemos confesar y luego Él nos perdona y nos limpia. Cuando nosotros nos confesamos, el pecado desaparece y se alivia el sentimiento de culpa. El ejército revolucionario le dijo a un joven cristiano de Chad en África que debía someterse a rituales tribales y tradicionales. Querían destruir el cristianismo y fomentar el patriotismo y la lealtad volviendo a las antiguas costumbres paganas. Sin embargo, los líderes de la iglesia en la región decidieron que los cristianos deberían negarse a participar en los rituales.
El joven se negó y fue golpeado, pero se mantuvo firme en la fe. Sin embargo, cuando las autoridades le quitaron toda la ropa y comenzaron a golpearlo delante de su madre, hermanas y otras mujeres jóvenes, su coraje falló y él regresó a realizar los rituales. Después de ello, él se sintió muy mal. Le había fallado al Señor y la culpa era pesada. Satanás trató de convencerlo de que el Señor nunca lo volvería a aceptar. Pero el joven conocía las promesas de las Escrituras y confesó su pecado. Entonces el Señor lo perdonó y le devolvió la alegría.
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El joven comenzó a testificar a sus vecinos y fue arrestado. Las autoridades le exigieron que renunciara a Cristo o que fuera enterrado vivo. Esta vez su fe estaba más fuerte y él se rehusó a negar a Cristo nuevamente. Entonces, fue golpeado y arrojado a la cárcel para esperar su ejecución, pero su fe creció cada vez más. El Señor lo liberó: el gobierno opresivo fue derrocado y este hermano fue prontamente liberado. Como está escrito en el libro de Daniel, nuestro Dios es un Dios viviente, Él permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. Él salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra.
Paul Estabrooks
Extracto del libro Firmes en la tormenta
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