Adolescente es transformado en el centro de esperanza

Los padres cristianos de Medio Oriente, donde todos los países son de mayoría musulmana, enfrentan desafíos aún mayores cuando se trata de la crianza de sus hijos. Y luego están aquellos que necesitan criar a sus niños sin hogar, en un país devastado por la guerra como Siria. Es el caso de Dyala Jabour, madre de tres hijos en Siria, cuya historia ya comenzamos a contar.

Dyala dice que fue muy difícil ver cómo su hijo mayor, Reemon, de 14 años, se vio afectado por los eventos que rodearon la fuga debido al terrorismo en su aldea. Ella dice: “Reemon estaba traumatizado. Cuando llegamos, no podía dormir por la noche. Me dijo que soñaba con hombres que venían a llevárselo".

Lee la primera parte de la historia de Dyala y su familia

El niño también tenía miedo cuando escuchaba el llamado a las cinco oraciones diarias del islam. Cuando escuchó "Allahu Akbar", que significa "Alá es mayor", le recordó lo que gritaron los terroristas antes de disparar y matar, y se sintió amenazado por esas palabras. También tiene miedo a los truenos, pues piensa ser el ruido de las bombas. "Para ayudarlo a encontrar una solución a sus miedos, lo llevo a los líderes cristianos para que oren por él", explica la madre.

Nuevo contexto, nuevos desafíos, nuevas esperanzas.

El pueblo donde vivían (Al Thawrah) era pequeño, tranquilo y conservador. “Ahora en Latakia, los niños van a la escuela con niños de diversos orígenes familiares, culturas y denominaciones. Fumar, el consumo de drogas y la pornografía son cosas que se están extendiendo terriblemente en la escuela. Los muchachos hacen preguntas sobre estas cosas. La apertura aquí en Latakia me abruma a veces y no puedo responder a todas sus preguntas”, confiesa su madre.

Dyala continúa: “Vemos personas en cafés o restaurantes con comportamientos con los que no estamos de acuerdo y los niños quieren ser como ellos. A veces comienzan a imitar las acciones incorrectas de los amigos. Al disciplinarlos, dicen: 'Mi amigo también hace eso' o 'Mi amigo dijo eso'. Es difícil controlar con quién interactuarán en una sociedad tan grande, pero siempre trato de mantenerlos en una atmósfera cristiana ".

Un día, Dyala escuchó sobre la escuela dominical y sintió que era justo lo que sus hijos necesitaban: “Una comunidad cristiana donde puedan encontrar respuestas a sus preguntas sin respuesta y un lugar que los acercara a Dios. Donde puedan hacer nuevos amigos y mantenerse alejados de las malas compañías ".

Entonces los niños comenzaron a asistir al centro de esperanza en la iglesia de Latakia y "las calificaciones en la escuela mejoraron". Reemon se inscribió en un curso llamado "Mi vida tiene sentido", que tuvo un impacto positivo visible en él. "Cambió de alguien que era violento y siempre golpeaba a sus hermanos a alguien que a veces estaba dispuesto a sentarse y dialogar, lo cual fue una sorpresa para mí", dice su madre, Dyala.

Trae esperanza a Siria

En los centros de esperanza dispersos en Siria, se desarrollan diversas actividades. Estos incluyen la distribución de alimentos, que beneficia a 15,000 personas, como la familia de Reemon. Tu donación ayuda a renovar la esperanza de nuestros hermanos al satisfacer sus necesidades básicas. ¡Participa!